sábado, 25 de junio de 2011

si puedes

Si puedes mantener tu cabeza cuando todos a tu alrededor
Están perdiendo la culpa a ti,
Si puedes confiar en ti mismo cuando todos dudan de ti,
Pero tomas en cuenta sus dudas;
Si puedes esperar y no cansarte de la espera,
O siendo engañado, no pagar con mentiras,
O siendo odiado no dar cabida al odio,
Y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduría:

Si puedes soñar - y no dejar que los sueños te dominen;
Si puedes pensar - y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
Si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso
Y tratar a estos dos impostores de la misma;
Si puedes soportar oír la verdad que has hablado
Tergiversada por bribones para hacer una trampa para necios,
O ver las cosas que dio su vida a roto,
Y agacharte y reconstruirlas con herramientas desgastadas:

Si puedes hacer un montón con todas tus ganancias
Y se corre el riesgo de un cambio de tono-y-tirar,
Y perder, y empezar de nuevo por el principio
Y no dicen una palabra sobre tu pérdida;
Si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones
Para servirte en tu camino mucho después de que se han ido,
Y así resistir cuando no te quede nada
Excepto la Voluntad que les dice: '¡Adelante! "

Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud,
'O caminar con reyes - sin perder el sentido común,
Si ni los enemigos ni los amigos pueden herirte,
Si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
Si puedes llenar el inexorable minuto
Con la pena de sesenta segundos de distancia recorrida,
Tuya es la Tierra y todo lo que está en él,
Y - lo que es más - serás un hombre, hijo mío!
Rudyard Kipling

1865-1936. Novelista británico.

sábado, 11 de junio de 2011

la leccion

Había una vez en un pueblo de la india, un maestro anciano deseaba enseñar a uno de sus discípulos el secreto para vivir una vida mejor y mas feliz.
Él pensó que la primera lección debía ser entender la razón por la cual muchas personas viven atadas a su vida de conformismo e infelicidad.

Para impartir su lección al joven, el decidió que aquella tarde visitaran juntos algunos de los parajes más pobres el reino de lo Marajanás.
Después de mucho caminar llegaron a pueblo, una de las zonas más olvidadas, y se dispusieron a buscar una de las más humilde de todas las viviendas.

En una casucha agrietada y llena de insectos vivían ocho personas.
El padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos, todos se las arreglaban para acomodarse de cualquier manera en aquel reducido espacio.

Sus ropas viejas y remendadas, la suciedad y el mal olor que envolvía a sus cuerpos, eran la mejor prueba de la profunda miseria que ahí reinaba.

Curiosamente, en medio de este estado de penuria y pobreza total, la familia contaba con una sola posesión, extraordinaria bajo tales circunstancias, una vaca… una flacuchenta vaca cuya escasa leche proveía a la familia un poco de alimento para sobrevivir.

Y allí, acunados por la tristeza y la miseria del lugar, el maestro y su discípulo pasaron la noche.
Al día siguiente, muy temprano, asegurándose de no despertar a nadie, el anciano maestro le dijo en voz baja a su discípulo:
“Es hora de que aprendas la lección que nos trajo a estos parajes”.

Ante la incrédula mirada del joven, y sin que éste pudiera hacer algo para evitarlo, súbitamente el anciano sacó una navaja que llevaba en su bolsa y de un solo tajo degolló a la pobre vaca que se encontraba atada en la puerta de la vivienda.

- ¿Qué has hecho maestro? – dijo el joven susurrando para no despertar a la familia.
- ¿Qué lección es ésta que deja a una familia en la ruina total?
¿Cómo has podido matar esa pobre vaca que era su única posesión?-

Sin inmutarse por la angustia del discípulo y haciendo caso omiso a sus nefastos interrogantes, el anciano se dispuso a continuar su marcha con placida indiferencia.

Cuenta la historia que un año más tarde, el maestro sugirió al joven volver para ver qué había ocurrido con la familia.
Después de varios días de caminata, llegaron al lejano paraje, pero sus esfuerzos por encontrar la vivienda fueron en vano.
Donde se encontraba la miserable choza ahora se levantaba una moderna y cómoda vivienda.
Se detuvieron por un momento para observarla a distancia, grande fue su sorpresa cuando, del interior de la casa, vieron salir al mismo hombre que un año atrás les había dado alojamiento.
Sin embargo, su aspecto era totalmente distinto.
Sus ojos brillaban, vestía ropas limpias, iba aseado y su amplia sonrisa mostraba que algo significativo había sucedido.

Rápidamente se dispusieron a saludarlo para averiguar qué había ocasionado tal cambio en la vida de esta familia.
El hombre que ignoraba que el joven y su maestro habían sido los causantes de la muerte de la vaca les contó cómo, casualmente el mismo día de su partida, algún maleante, envidioso de su escasa fortuna, había degollado salvajemente al pobre animal.

Por mucho tiempo, la leche que producía la vaca había sido su única fuente de sustento.
Más aún, poseer este animal les había ganado el respeto de los vecinos.
Sin embargo – continuó el hombre –
“… aquel trágico día, nos dimos cuenta que nuestra propia supervivencia se veía amenazada sino actuábamos rápidamente, entonces decidimos limpiar el patio en la parte de atrás de la vivienda...
conseguimos algunas semillas y sembramos hortalizas y legumbres para alimentarnos. Pasado algún tiempo, vimos que la improvisada granja producía mucho más de lo que necesitábamos para nuestro sustento, así que comenzamos a venderle algunos vegetales que nos sobraban a nuestros vecinos y con esa ganancia compramos más semillas…y así se amplió nuestro negocio.”

El joven, quien escuchaba atónito la increíble historia, entendió finalmente la lección que su sabio maestro quería enseñarle…
La vaca, además de ser su única posesión, era también la cadena que los mantenía atados a una vida de conformismo e infelicidad.

- “Que gran lección”, pensó el joven discípulo e inmediatamente reflexionó sobre sus propias vacas, todas las limitaciones que el mismo se había encargado de alimentar a lo largo de su vida con excusas que ni el mismo creía. Cuantos pretextos y disculpas para no vivir la vida que quería vivir…cuantas falsas seguridades… Indudablemente ese día marcaba el comienzo de una nueva vida, ¡Una vida libre de vacas!

Y colorín colorado,


“El verdadero enemigo del éxito no es el fracaso
Sino el conformismo y la mediocridad.”
Dr. Camilo Cruz